En todo el mundo se mata a los pollos machos poco después de nacer. Alemania prohíbe ahora esta práctica a partir de 2022. Para los expertos, esta prohibición es solo un primer paso.
En Alemania se mata cada año a alrededor de 45 millones de pollos por el solo hecho de haber nacido machos, ya que los pollitos de esa raza, criada especialmente para la producción, no sirven para obtener huevos, y su carne no es adecuada para la venta. Para los agricultores, por lo tanto, no son rentables, y les causan la muerte por medio de gas y triturándolos luego, en el primer y último día de su vida.
El gobierno alemán aprobó ahora una ley que prohíbe esa práctica a partir de 2022. “El bienestar de los animales supera los intereses económicos. Matar a los pollitos por ser de un determinado sexo es éticamente inaceptable”, subrayó la Ministra Federal de Agricultura Julia Klöckner, al presentar la ley, en septiembre de 2020, calificándola de “un hito para la protección de los animales”.
Los ambientalistas y los activistas de los derechos de los animales apoyan la ley. “La prohibición es correcta, pero no lo suficientemente consistente, demasiado desalentadora, y llega tarde”, dijo el presidente de la Liga de Protección de los Animales, Thomas Schröder. En el acuerdo de coalición, los partidos CDU y SPD habían acordado aprobar la prohibición hasta el año 2019.
¿Aborto de pollos macho?
Según el Ministerio de Agricultura de Alemania, los avicultores tienen ahora la posibilidad técnica de determinar el sexo de los embriones en el huevo. Después del noveno día de incubación, pueden extraer un poco de líquido a través de un pequeño agujero en la cáscara del huevo y analizarlo. Los polluelos femeninos son entonces incubados, los polluelos masculinos, no.
“La determinación del sexo dentro del huevo solo debe ser una solución provisional”, dice Olaf Bandt, presidente de la Asociación para el Medio Ambiente y la Conservación de la Naturaleza, (BUND, por sus siglas en alemán). En lugar de invertir tiempo y dinero en soluciones técnicas, los responsables políticos deberían abordar ahora la conversión a una agricultura sostenible, asegurar más espacio para los animales en los establos, de modo que las condiciones de vida de los animales sean más saludables, opina Olaf Bandt.
Bandt y otros expertos en agricultura también recomiendan criar los llamados “pollos de doble propósito” para la producción de ambos: carne y huevos. Estos pollos existen en la cría tradicional de pollos, y fueron comunes en Alemania hasta la década de 1950.
Las gallinas de “doble propósito” ponen menos huevos, y a veces más pequeños, que la raza más común, y de cría intensiva, de gallinas ponedoras especialmente destinadas a la producción de huevos, y los gallos crecen más lentamente y no son tan grandes como los actuales pollos de engorde. Aún así, las granjas pueden vender tanto los huevos como la carne.
El precio para los consumidores sería ligeramente superior, pero hay otros beneficios, subraya Brandt: “Los pollos son, por lo general, más robustos, más sanos y, por consiguiente, requieren menos medicación”.
Esto también podría reducir el elevado uso de antibióticos en la agricultura industrial. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha estado advirtiendo de las consecuencias de esa práctica durante años. Eso se debe a que las bacterias resistentes a los antibióticos se desarrollan cada vez más en los establos, con consecuencias peligrosas para la salud, no solo de los animales, sino también de los humanos, como muestra un informe de la OMS.
Demandas de un cambio en la política agraria
Los científicos, las organizaciones de consumidores y las medioambientales, y algunos agricultores, piden un cambio fundamental en los métodos agropecuarios. La prohibición de matar a los polluelos solo debería ser un primer paso en esa dirección. El creciente consumo de carne, no solo de pollo, es una carga global para el clima y la salud.
Según la Agencia alemana de Medio Ambiente, alrededor del 71 por ciento de la tierra cultivable del mundo se utiliza actualmente para la alimentación del ganado y solo el 18 por ciento para el cultivo de alimentos para seres humanos.